La suya podría haber sido una vida de tango, de esas difíciles y enmarcadas en un escenario tan propio como los arrabales bonaerenses, a ritmo de los acordes de cualquier partitura de Le Pera. Sin embargo, Jaime Nipomnische…
En un teatro bonaerense, con 18 años, Jaime Jaimes había descubierto su vocación: ser profesor de actores. En su aventura por lograrlo, una ciudad era su destino: París, donde impartía clases Étienne Decroux…
“Aquel café Gijón con sus tertulias; la alegría de los españoles a pesar de Franco… Era precioso. Al principio, era un sudaca que había vivido en París; pero cuando empecé a manifestarme en contra de todo, me reconocieron como uno de ellos”…
Hacía falta amar profundamente el teatro para abandonar una ciudad como París, donde se reconocía su trabajo y disponía de infinitos estímulos culturales, y marchar a miles de kilómetros, a California, en busca de nuevos retos escénicos…
“Si vas a San Francisco, no olvides llevar flores en el pelo; si vas a San Francisco, ten por seguro que encontrarás gente amable allí”, decía la canción de Scott McKenzie. Jaime no sucumbió al espíritu flower power de esta melodía…